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Beatriz Zalce nos cuenta sus “Historias del Metro”


Por: Alberto Torres


“Desde recién nacida Beatriz fue livianita, como si no quisiera ocupar espacio de tal delgada, de pelo tirando al rojo, ademanes dulces y ojos que preguntan. Desde pequeña hizo todo a su modo, a grandes pausas, con mucho cuidado, tomándose su tiempo”. Así comienza Elena Poniatowska en el prólogo de “Historias del metro” con esta pequeña y atinada descripción de nuestra entrevistada Beatriz Zalce, escritora, periodista y profesora.


Esta bella publicación conmemora 50 años de la apertura del Sistema Colectivo, mejor conocido como “Metro”; y con toda la experiencia se atrevió a escribir este libro, ya que como viene escrito en la solapa: “Beatriz Zalce viaja en Metro casi todos los días”. Así mismo, para que usted, apreciado lector, tenga el gusto de conocer un poquito de la vasta historia del Metro le comparto esta pequeña conversación que tuvimos el placer de tener con la gran contadora de historias.


¿Cómo convirtió la cotidianidad del viaje en el metro, al tema principal de su libro?


Fue la manera de sobrellevar el metro, de viajar mucho tiempo, muchas horas; y en este viaje tienes tres opciones, seguramente hay más: una es tratar de abstraerte a través de una lectura, escuchar música; la otra es ir protestando y quejándote todo el camino; y para mí, la única opción posible fue empezar a mirara lo que pasaba para que eso me entretuviera y empezar a escribirlo. Fue una manera de sobrevivir al metro.


El cuadro de “Las dos Fridas” es muy relevante para la creación de este libro. ¿Nos puede contar esta historia?


Fue la imagen del metro la que me remitió a este cuadro porque vi dos jovencitas que estaban sentadas, muy parecidas, pero no eran gemelas tal vez muy amigas o hermanas, y estaban unidas por los cables de unos audífonos, entonces fue cuando descubrí que esta escena me remite al cuadro de “Las dos Fridas”, quise escribir esta historia y así fue como empezó todo.


¿Cómo decidió que estas oraciones, versos y prosas se podrían convertir en una futura publicación?


Fueron etapas porque una amiga, Verónica Ortiz, periodista y escritora, un día me marca por teléfono para invitarme a un taller de poesía, y yo le dije que no estaba interesada porque yo no soy poeta ni he hecho poesía, y a pesar de la insistencia yo me negaba, me decía y decía, y pues al próximo miércoles yo ya estaba ahí. En ese momento yo solo estaba escribiendo mis colaboraciones para “El Financiero” y ella me pedía incesantemente que le contara sobre lo que yo estaba escribiendo… entonces le conté que había estado escribiendo algunas historias del metro. Después con la disciplina de cada semana escribir por lo menos tres cuartillas y entregar mis crónicas; posteriormente gracias a Verónica pude conocer a la Secretaria de Cultura del Distrito Federal, Elena Cepeda, a la promotora de “Para Leer en Libertad”, Paloma Sainz, y se publicó una selección de historias en “Para Leer de Boleto en el Metro”. Este fue un impulso muy bonito para esta futura publicación.


¿Su libro está dedicado a algún público en específico?


No. Está dedicado a la gente. A toda. Evidentemente no es un libro para niños, aunque el metro es un lugar abierto para todos… pasan muchas cosas que un niño no debería de ver ni de padecer y entonces como libro “historias del metro” hay muchas cosas que le pudieron haber sucedido a niños pero que no son para ellos. Pero es para todo público, y creo que no es un libro “local”, en donde haya metro la gente se puede reconocer un poco; en un momento yo le dije a mi editor que lo tradujéramos al francés y se los mandáramos a los parisinos, y a pesar de su poco entusiasmo yo creo que sí, porque no solo habla de lo que pasa dentro del metro, sino también lo que sucede alrededor.


¿Algún mensaje para todos sus lectores?


En el metro hay que abrir los ojos. Que vale la pena mirar al prójimo. Que vale la pena ayudar. Muchas veces el ritmo de la Ciudad de México hace que no quieras hablar con el de junto, pero que vale la pena hablar entre nosotros, mirarnos entre nosotros y no estoy hablando de un libro de superación personal, sino que eso aligeraría un poco el viaje.

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